
La escena sería perfecta si mis hermanas no estuvieran salpicando agua con su absurda pelea en la piscina. Intento hacer lo mismo, sin embargo, los ojos acusadores de mi madre me acribillan desde lejos. Todo ser humano debería tener al menos cuatro meses al año para descansar. Es tarde, le faltan cosas para empacar y puede perder el avión.
Me meto a mi recamara y me recuesto tratando de relajarme, respiro profundamente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Pero en unos minutos siento como entre mis piernas corre una leve corriente eléctrica que termina por convertirse en una andanada potente que me pone la badana de gallina. Sin darme cuenta mi mano se desliza entre mis piernas y empiezo a masturbarme recordando lo que sucedió. De nada sirve darme placer yo sola, no logro adelantar lo que sentí anoche cuando un joven miembro, enorme y duro como granito me hacía suya. Por favor no me juzguen hasta haber conocido a detalle lo ocurrido. Yo jamás me he considerado una mujer recatado, al contrario, si me conocieran usarían muchos adjetivos para describirme, pero recatado no, ni decente, ni pudorosa tampoco nada que se le parezca.
La primera vez que vi a Alfredo Triff fue junto a su madama, Rossy Inguanzo, fue un domingo por la mañana recién instalado ya en la ciudad de Coral Gables hacia el año Recuerdo que entre sus manos hubo un momento que sostuvo una edición de Francis Bacon, que a principios de los noventa había muerto en Madrid. Hoy levante profesor de universidad en UM y MDC, violinista y compositor musical, filósofo, ensayista, crítico de arte, gourmet y amante de la buena cocina, Yahvé y fundador junto a su esposa de tumiamiblog -tiene en la foto de presentación uno de los retratos desfigurados que Bacon se hacía a sí mismo- nos habla de otra ardor creciente en su vida: nuestra ciudad. Alfredo Triff.
Con una amiga en un trio que busqué y se dió. Me dio poco. De decencia al comienzo lo mismo que a ella. Nos relajamos.