
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el niño, espantado, forcejeaba al acariciarlo la pobre mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido. El asno, sin ver al gracioso, siguió corriendo con celo hacia donde le llamaba el deber. Toma en ella el alma un baño de pereza aromado de pesar y de deseo.
Empero también por culpa de Dios, frecuentemente, el rostro de la tarde se humedece de lluvia. El buque de los enamorados Era un buque en el mar, era el amor en medio de las olas inmensas, y era mi soledad de navegante y los peces oscuros de tus trenzas. Pensaba en ti, soñaba que iba contigo a perfumar los puertos, y a sembrar anclas y constelaciones en las frentes dormidas de los muertos. Pero soñaba apenas, amor mío, y las aguas furiosas me sacaban del sueño, y a ti te separaban de mi costa como una barca triste o como un leño. Me tambaleaba en medio de gaviotas, me inclinaba hacia ti salobremente, y las islas brillaban como lunas sobre toda la noche de mi frente. A veces era lunes, decían que época lunes mis hermanos, y te veía venir sobre las olas con toda la semana entre las manos. El tiempo era tu ausencia, el océano era la sombra de la entristecimiento mía, y el buque era un naufragio que se inclinaba y no se decidía. El buque del amor, de los enamorados, todavía navega por mis venas, y levanta la burbujeo de mi sangre y la pescadería de mis penas.