
Tenía 16 años y creo que necesitaba alejarme de casa para soportar el vacío de mi casa sin mi padre. Lo pasé bien, era adolescente y en mi mente bullían nuevas emociones que me ayudaban a pensar en otras cosas. Definitivamente creo que me ayudó bastante estar en la edad del pavo para lidiar con la tristeza tan enorme que sentía. Recuerdo llorar con mi mejor amiga desconsoladamente por poder sentirme feliz en algunos ratos sin estar mi padre… entendía entonces que la felicidad puede ser dolorosa a veces. En octubre mi pandilla del campamento me invitó a un cumple al que me daba bastante pereza ir, pero al llegar le vi y me enamoré. Fue un flechazo en toda regla y siempre he pensado que mi padre lo puso en mi camino.
Vignola, que ya prepara una segunda publicación del libro, reflexiona sobre las personas singles de 40 a 60 abriles con mucho sentido del humor, libertad y sin tapujos. Mi idea época conocer gente y volver a acertar amigos porque cuando te separas te quedas sin amigos, sobre todo de parejas. Es ley de vida. No es porque te hayas peleado, a lo mejor la pareja sigue siendo amigos de los dos, pero van en pareja. Otro tema son los celos.
Mis hijos lo que necesitan para no sufrir es ver y sentir que su padres se respetan aunque no vivan bajo el mismo techo. Mis hijos lo que necesitan es equilibrio emocional, en su madre también. Mis hijos necesitan que su madre se levante todas las mañanas sonriente, cantarina y risueña, sola o acompañada empero feliz. Mis hijos necesitan una lecho o un padre que al llegar a casa estén, que estén para ayudarles en los deberes, para cenar acompañados y para leerles el cuento de buenas noches. Mis hijos necesitan mimos en sus noches febriles, necesitan de mi calor en los días fríos y de mi seguridad y templanza en las dificultades. Mis hijos necesitan a una madre real, tan real como ellos, como la biografía, con todo lo que esta nos da y nos quita. No ocurre nada, esto también forma parte de la vida.