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Novela corta de Eduard Limonov: «Soy yo Edichka»

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Mallorca, - Barcelona - Tel. Erigida sobre una colina que dominaba la aldea, tenía cegadas con tablas algunas ventanas, al tejado le faltaban tejas y la hiedra se extendía a sus anchas por la fachada. En Pequeño Hangleton todos coincidían en que la vieja mansión era siniestra. Medio siglo antes había ocurrido en ella algo extraño y horrible, algo de lo que todavía gustaban hablar los habitantes de la aldea cuando los temas de chismorreo se agotaban. La mujer había bajado corriendo y gritando por la colina hasta llegar a la aldea, despertando a todos los que había podido. Llamaron a la policía, y toda la aldea se convirtió en un hervidero de curiosidad, de espanto y de emoción mal disimulada. Nadie hizo el menor esfuerzo en fingir que le apenaba la muerte de los Ryddle, porque nadie los quería.

Piso comer schi[1] mientras el sol me abrasa, soy un gran amante del sol. La cuchara con la que como el schi es de leña, la traje de Rusia. Las oficinas de alrededor me observan intrigadas, con sus paredes de cristales ahumados y sus mil ojos de oficinistas, secretarias y gerentes. Una persona casi desnuda, y a veces del todo, que come schi de una cazuela. De hecho, no saben que es schi. No se agria fuera de la nevera ni siquiera cuando hace abundante calor.

El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa alambrada de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Melquíades, que era un hombre cabal, le previno: «Para eso no sirve. Durante varios meses se empeñó en demostrar el acierto de sus conjeturas. Exploró palmo a palmo la territorio, inclusive el fondo del río, arrastrando los dos lingotes de hierro y recitando en voz alta el conjuro de Melquíades. Cuando José Arcadio Buendía y los cuatro hombres de su expedición lograron desarticular la armadura, encontraron dentro un esqueleto calcificado que llevaba colgado en el cuello un edículo de cobre con un rizo de mujer. En marzo volvieron los gitanos.

Idiomas P. LV, pp. El artículo es una invitación a su lectura dada su reciente edición íntegra en castellano. Viajero apasionado, antes de cumplir 40 años conocía la Italia continental e insular, Argelia, Inglaterra, Suiza, España y Portugal. Para su viaje al continente americano obtuvo de la Academia de Ciencias de Francia una comisión tendiente a proveer de ejemplares vegetales, animales y minerales al Museo de Ciencias Naturales de París. Figura 1 Luna de A. Morelet Fuente: gallica. Figuras 3 y 4 Morelet, Ya que es imposible dar cuenta detallada de todo ello, me referiré apenas a algunos de los capítulos que dedica a su travesía por el bailía mexicano que, como etnólogo, considero de valía para ilustrar la importancia de su obra y situarla en el contexto de su tiempo, en especial en lo que a sus apreciaciones sobre los pueblos de matriz mesoamericana toca. La población india se pasa así la vida, dormitando de Yahvé en hijo, en una situación bargueño y precaria, los pocos españoles residentes puede decirse que se han indianizado: se trabaja sólo lo suficiente para subsistir y satisfacer el ocio; el resto de la existencia se la pasan liando cigarrillos, punteando el bandolín y meciéndose indolentemente en una yacija Morelet,, t.

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